Mindfulness & Neuroliderazgo

Disfruta de tu tiempo de ocio escuchando a tu yo interior

Las vacaciones suponen un alto en el camino, un “parar para repostar” y seguir viajando. Son el premio al esfuerzo y al sacrificio de todo un año de trabajo. Llegamos a este momento con necesidad de hacer algo distinto, de probar nuevas reglas de juego, de respirar aire fresco para hacer, ser y sentir diferente.

¿Sabes que tus vacaciones también pueden ser un punto de inflexión para encarar la vuelta al trabajo con energía renovada, con nuevas perspectivas e ideas para mejorar las cosas?

Como el Yin y el Yang, muchos llegamos a las vacaciones con un cierto agotamiento, casi en reserva. Sentimos la necesidad de cerrar o huir de una situación que no nos satisface plenamente. Una situación que hemos renunciando a revisar y corregir, lo que nos produce un regusto a impotencia, incapaces de cambiar o mejorar algo, que por complejo y enrevesado, no sabemos cómo afrontar.

En vacaciones lo cambiamos todo, lo que hacemos, donde lo hacemos, con quien lo hacemos y hasta el sentido de lo que hacemos. Y es curioso, porque eso cambia totalmente la satisfacción que sentimos; y aunque no nos satisfacen todas y cada una de las actividades realizadas, sí que nos queda un buen sabor de boca general.

Por eso, las vacaciones son el momento adecuado para inhalar profundamente y expulsar ese aire enrarecido y viciado que se ha instalado en la parte baja de nuestros pulmones. Con el descanso, nuestra mente se calma y podemos observar de forma diferente.

Aprender a observar, conectar con lo que hacemos y sacar provecho es una tarea muy sencilla y que siempre aporta bienestar.

Por eso, estas vacaciones de propongo un simple ejercicio que te ayudará a mejorar tu nivel de satisfacción. Para empezar, busca un lugar donde puedas disfrutar de una cierta paz y calma, como una plaza tranquila, una cafetería, un paisaje. Mejor que sea pronto, por la mañana, antes que lleguen los calores fuertes y entonces:

  • Realiza unas cuantas respiraciones profundas (dos o tres). Sin forzarlas, de forma calmada, con la intención de conectar con tu cuerpo. Presta atención a cómo se hincha y se deshincha tu estómago.
  • Mientras realizas nuevas respiraciones, observa lo que estás haciendo, donde lo haces, con quien estás. . . qué sentido tiene… y lo más importante: cómo te hace sentir.
  • Seguidamente, piensa en el momento en que empezaste esa actividad y cuándo empezaste a sentirte bien.
  • A continuación, imagina la tarea terminada, imagina cómo te quieres sentir en ese momento. . .
  • Sigue haciendo lo que haces y observa cómo te vas sintiendo a medida que lo vas haciendo.

Al principio te hará falta detenerte para prestar atención. Al cabo de unos días, cuando tengas una cierta práctica, podrás realizar este ejercicio de observación con facilidad. Hazlo las veces que quieras, cuantas más mejor; cada vez que te des cuenta de que quieres disfrutar de lo que haces y de las vacaciones en general.

No aceptar una situación lleva a que se enquiste y se repita otro año más.  Para mejorar, el primer paso es aceptar lo que somos, lo que hacemos y lo que tenemos. Como el Yin y el Yang no hay bueno ni malo, todo simplemente es y todo nos ayuda a mejorar.

El siguiente paso para aumentar la satisfacción es tomar la decisión de «querer estar satisfechos».

Por último hay que observar lo que nos incomoda y dejar en el aire la pregunta de ¿por qué? sin necesidad de responderla. Deja que tu mente trabaje en segundo plano, sin tu atención.

Sin esperarlo, te llegara una idea, un mensaje: te darás cuenta de algo. Simplemente hazte caso, eres tú que te hablas desde tu parte oculta, no consciente. . .

Mañana sigue así. . . Pasado mañana sigue así….y hablamos a la vuelta de vacaciones.

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