Esto también pasará. Entonces, ¿qué voy a aprender?

 

Si observas tu vida, te darás cuenta que nada permanece igual, que con el paso del tiempo todo va cambiando. El tiempo nos deteriora y envejece, la tecnología nos vuelve obsoletos y la sociedad y las costumbres hacen que hasta los principios pasen de moda. La filosofía Zen denomina “impermanencia” a esta idea de cambio permanente.

Cuando hacemos algo bien, triunfamos y sentimos el calor del éxito, es fácil que nuestro ego nos haga sentir que somos mejores y superiores al resto; y que pensemos que se debe solo a méritos propios. Incorporar la idea de que “esto también pasará” nos permite relativizar la situación, aportando humildad, sentimiento de igualdad y de pertenencia al grupo. Reconocer que otros han contribuido a nuestro éxito nos facilita participar en y del éxito de otros aportándonos una conducta más ética y altruista.

Por el contrario, cuando sufrimos, o nos sentimos culpables por un fracaso y estamos en horas bajas sentimos todo lo contrario: a nuestra mente llegan pensamientos y sentimientos de culpabilidad, imperfección y aislamiento. Pensar que “esto también pasará” abre una luz en nuestra mente que nos aporta esperanza, nos permite relativizar el error y renueva nuestra capacidad de seguir luchando por aquello que más queremos y valoramos.

Los sentimientos ligados al éxito y al fracaso son una cuestión cultural. Nos han enseñado que el que triunfa es feliz y el que se equivoca es porque se lo merece; porque ha nacido para ser el malo de la película y no hay nada que hacer. Pero la vida no es una película, y no hay buenos ni malos, simplemente hay personas y situaciones.

Éxito y fracaso son sensaciones de un resultado que cumple o se aleja de la expectativa generada. Podemos triunfar, hacerlo peor de lo que esperábamos y sentirnos fracasados. ¿Te suena lo que digo, verdad? Sentir el éxito y el fracaso, es bueno como experiencia, pero nada más. El Zen enseña que tanto el éxito como el fracaso nos conducen al sufrimiento, por el propio fracaso, porque el éxito es insuficiente o porque se acabará.

Ni el éxito es bueno ni el fracaso es malo, simplemente van juntos, sin éxito no hay fracaso y viceversa. Lo importante es darse cuenta de ello e integrar éxito y fracaso en una unidad, positivizando el fracaso y desmitificando el éxito.

Tanto en la vida personal como en la empresa, analizar las cosas desde el éxito nos lleva a confiarnos, a ser excesivamente optimistas y descuidar muchos factores. Por otro lado, analizar desde el fracaso y la derrota nos lleva a buscar culpables más que soluciones. No es recomendable analizar las cosas ni en estado de euforia ni depresivo ya que las dos situaciones nos llevan a una visión deformada de la realidad; es mejor dejar pasar el momento y generar previamente un estado mental de equilibrio y calma que nos aporte claridad, lucidez y reflexión.

Al final, lo único que queda es el recuerdo de la experiencia, el sentimiento que genera el recuerdo y lo que hayas podido aprender con ella. Si el aprendizaje es positivo, incluso puedes cambiar el sentimiento que genera su recuerdo, ya que si al final hay aprendizaje, la percepción del resultado es positiva. Por lo tanto a partir de ahora, esta es la CápsulaZen:  afronta cualquier situación desde la óptica de “dado que esto también pasará, qué voy a aprender”.

Visto así hasta el miedo a los grandes retos desaparece, pero de eso hablaremos otro día… Ahora te propongo la lectura de un Cuento Zen que ilustra esta idea de impermanencia: «Esto también pasará«

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