Esta es la primera de una serie de tres cápsulas que voy a dedicar a la gestión de las 3Rs: Rentabilidad, Riesgo y Recursos. Se trata de centrar la gestión del negocio en estos 3 indicadores clave que simplifican la definición de la estrategia, facilitan la toma de decisiones y enfocan el esfuerzo en la mejora de los procesos.
Hoy vamos a hablar de la "R" más importante. La rentabilidad.
La rentabilidad nos indica lo que ganamos por cada euro invertido (rentabilidad = beneficio/capital), mientras que el beneficio mide el dinero total ganado.
Lo verás más claro en este ejemplo. Imagina dos posibilidades de inversión, en la primera (A), hay que invertir 1.000 euros y el beneficio esperado son 200 euros. En la segunda (B), la inversión requerida son 500 euros, y el beneficio 150. ¿Cuál de ellas es mejor negocio? Pues aunque pueda parecer paradójico, la B, ya que la rentabilidad por euro invertido es del 30% mientras que en la primera solo se gana un 20% por cada euro de capital necesario.
Inversión A | Inversión B | |
Capital necesario |
1.000 € |
500 € |
Beneficio |
200 € |
150 € |
Rentabilidad |
20% |
30% |
Por eso, si se trata de comparar inversiones, considerar la rentabilidad es más práctico que centrarse en el beneficio y facilita tanto el análisis financiero como la toma de decisiones.
Gestionar la rentabilidad para ganar más.
Si centras tus esfuerzos en mejorar el beneficio, solo tienes dos opciones: vender más, y/o gastar menos. En cambio, si te centras en mejorar la rentabilidad, las opciones son muchas y variadas. Por ejemplo, estas son algunas acciones que puedes llevar a cabo:
Inversiones: Atrasa toda inversión que no sea estrictamente necesaria. Antes de invertir piensa si es posible producir más de otra manera, por ejemplo contratando a terceros que trabajen para ti. Si tienes una industria, puedes considerar aumentar las horas trabajadas o trabajar por turnos para aumentar la capacidad de fabricación. También puedes analizar si la opción de alquilar maquinaria te permite prescindir de determinadas inversiones: por ejemplo, si necesitas un segundo tractor, analiza si puedes subcontratar los trabajos que haría ese tractor en vez de comprarlo.
Stock: Reduce el stock de las diferentes compras al mínimo posible. Antes de volver a comprar haz una planificación de tus necesidades y procura mantener tus existencias en el mínimo necesario para trabajar sin problemas.
Clientes: Aunque es la cuestión más difícil de gestionar, siempre te puedes plantear las condiciones que debe cumplir un cliente para ofrecerle un mayor crédito. Puede ser una estrategia de fidelización.
Tesorería: Ten el mínimo necesario. Lo consigues planificando tus pagos y cobros de las próximas semanas y calculando el sobrante. Puedes utilizar este efectivo para conseguir comprar con descuento por pronto pago, por ejemplo o para realizar compras estacionales fuera de temporada en condiciones ventajosas. Incluso, si el proveedor es de confianza, puedes anticipar la compra de un periodo con entregas pactadas según la necesidad, lo que te permitirá con seguir mejores precios.
En resumen, si te enfocas en mejorar tu rentabilidad, ganarás más. Mucho más.